La lumbalgia, comúnmente conocida como lumbago, es una de las dolencias más extendidas en la sociedad de hoy en día. Entre un 60 y un 85% de la población sufre, a lo largo de su vida, de lumbalgia. Sin embargo, en el 90% de los casos no existe una lesión que justifique la aparición de la lumbalgia directamente.
Lo positivo es que la gran parte de las lumbalgias no requieren de una intervención, aunque sí del diagnóstico y seguimiento de un profesional. Para que entiendas qué es exactamente la lumbalgia, qué síntomas tiene y cómo curarla, acompáñanos en este artículo.
Hay que destacar que la lumbalgia comparte síntomas con otras aflicciones de espalda más graves por lo que es importante que siempre consultes a un profesional.
¿Qué es la lumbalgia?
La lumbalgia -o lumbago- es un dolor localizado en la zona lumbar. Los episodios más frecuentes de dolores lumbares se presentan en personas en edad productiva, es decir entre los 20 y los 55 años. Este dolor suele ser intenso y profundo. Además, suele implicar una reducción de la movilidad normal de la zona debido al dolor.
La intensidad del lumbago depende de diferentes cuestiones físicas y sociales. Desde la edad o el peso hasta la postura habitual, ocupación laboral o cantidad de actividad física que realice la persona. Es importante resaltar que la lumbalgia no es una enfermedad, sino una dolencia que aparece por diversas causas.
Generalmente la lumbalgia no termina requiriendo de ningún tipo de intervención. Pese a ello, es importante tratarla a tiempo para que sus síntomas no deriven en aflicciones más graves.
Tipos de lumbalgia
Existen diferentes clasificaciones de los tipos de lumbalgia que existen, en base al tiempo, a las características del dolor y a los factores que las afectan. En este apartado te explicaremos las dos clasificaciones más extendidas.
De nuevo, aunque tu caso coincida con alguna de estas clasificaciones, visita a un profesional de la salud para que pueda realizarte un diagnóstico acertado sobre tu dolencia.
Lumbalgia en base al tiempo
En este apartado encontramos tres tipos de lumbalgia, dependiendo de la duración con la que se padezca. En este sentido se clasifican en:
- Aguda: De inicio súbito y con una duración inferior a 6 semanas
- Subaguda: Cuenta con una duración de 6 a 12 semanas.
- Crónica: Tiene una duración mayor a 12 semanas. En este caso, el paciente sufre episodios repetitivos de dolor y la duración de cada uno es inferior a 3 meses.
Lumbalgia en base al dolor
De acuerdo con las características del dolor y su naturaleza, existen tres tipos de clasificaciones. Se dividen en:
- Lumbalgia no mecánica: Este tipo de dolencia puede darse tanto durante el día como por la noche y no desaparece ante el reposo. Es de las menos frecuentes, aunque las personas de más de 60 años son propensas a padecerla.
- Lumbalgia mecánica: Es la más común. El paciente muestra dolor en la región lumbar vertebral y puede que este dolor se extienda hacia el glúteo o hasta la mitad de la parte de atrás del muslo. Las causas más frecuentes son sobrecargas por la postura y por gestos que afectan a la columna, los discos, la musculatura y/o ligamentos.
- Lumbalgia inespecífica: Este tipo de dolencia no se atribuye a una patología específica (una deformidad, trastorno inflamatorio, fractura, etc.). En este sentido, la menor parte de los pacientes (10%-15%) terminan sufriendo síntomas crónicos.
Los síntomas de la lumbalgia
Esta dolencia suele manifestarse a través de un dolor localizado en la zona baja de la espalda, contracturas musculares y/o inflamación. Asimismo, dependiendo del grado de presión que sufra el nervio espinal (las raíces de los nervios se encuentran entre cada dos vértebras) y cómo de afectada se encuentre la persona puede producir otros síntomas:
- Espasmos musculares
- Parálisis parcial localizada
- Alteraciones de la sensibilidad (Hormigueo, anestesia, hipoanestesia, hiperestesia…)
- Paresia
- El dolor se vuelve más intenso si se palpa la zona afectada
- Etcétera
Las causas de la lumbalgia
El lumbago puede sufrirse por diferentes causas. Además, la edad, la ocupación laboral, la calidad de la postura, el peso o el tiempo de descanso son factores que pueden acelerar o reducir las probabilidades de la aparición de la lumbalgia. Te lo explicamos más adelante en el apartado de prevención de la lumbalgia.
Aquí tienes algunas de las causas más comunes de la aparición de la lumbalgia:
- Sobrecarga prolongada o repetitiva de la zona lumbar
- Movimientos o giros bruscos del tronco
- Trabajo físicamente pesado
- Poca o nula actividad física
- Tras sufrir un traumatismo (distensión lumbar, fractura de compresión, etc.)
- Escoliosis leve o aguda
- Etcétera
Junto con todo lo anterior, existen otros factores que pueden hacer más propensa a una persona a padecer de lumbalgia. Pese a que no sean características determinantes, si pueden aumentar las probabilidades de sufrir esta dolencia.
- Edad: Los episodios más frecuentes y recurrentes aparecen en personas en edad de trabajar, siendo más común alrededor de los 30 años. Los pacientes jóvenes suelen ser diagnosticados como casos de ciática, mientras que los mayores aquejan de dolores indefinidos.
- Sobrepeso: Shirl,Torres Vaca y col., encontraron que el riesgo de sufrir lumbalgia es del 150% mayor si las personas son obesas.
- Mala postura: En una postura incorrecta hacemos que la carga que soportan la quinta vértebra lumbar, el sacro y el disco sea 5 veces superior. Si esto se dilata en el tiempo puede derivar en lumbalgia, junto con otras aflicciones de espalda.
- Cuestiones laborales: El trabajo físicamente pesado, las posturas de trabajo estáticas prolongadas o el trabajo repetitivo sin descanso son algunos de los factores que aumentan las posibilidades de padecer lumbalgia.
Cómo prevenir la lumbalgia
Siempre se dice que es mejor prevenir que curar, por ello, aquí te adelantamos algunos consejos sencillos para que puedas prevenir en la mayor medida posible la aparición de lumbalgia. Además, estos consejos te servirán para que, en caso de que llegaras a padecerla, la recuperación sea mucho más liviana y rápida.
Gestos para prevenir la lumbalgia
Tal y como comprobaste en el punto anterior, muchas de las causas del lumbago están ligadas al trabajo y a la vida sedentaria. Por ello, te recomendamos las siguientes acciones para prevenir la lumbalgia:
- Mantenerse activo: Ya sea haciendo ejercicio en el gimnasio, practicando algún deporte concreto o dar paseos por la ciudad o el campo. Cualquier excusa es buena para huir del sedentarismo que es el inicio de muchas dolencias de espalda. Además, esto mejorará otros aspectos de tu vida como tu condición física o tu estado de ánimo.
- Hacer estiramientos: Desde casa, sin equipo extra y sin complicaciones. Al dedicar unos minutos cada día a realizar estiramientos no solo reducirás las posibilidades de padecer lumbalgia, sino que prevendrás una posible recaída. Estos ejercicios deben ser supervisados por un profesional, ya que cada caso es un mundo.
- Mantener buena higiene postural: Tal y como comentábamos en la introducción de este apartado, muchos episodios de lumbalgia aparecen por adoptar una postura incorrecta repetidas veces o durante un largo periodo de tiempo. Por ello, mantener una postura correcta tiene más importancia de la que le damos a diario. En un nuestro artículo te explicamos en detalle sobre cómo mantener una correcta higiene postural.
Tratamiento de la lumbalgia
En caso de que presentes síntomas de lumbago, te recomendamos encarecidamente que acudas a un profesional para que te realice una exploración. Con esto te ahorrarás tiempo y disgustos futuros, pues hay síntomas que comparten la lumbalgia (una dolencia de recuperación sencilla) y otras más graves. Por ello, aconsejamos que nunca te automediques o te apliques un tratamiento basado en consejos generales.
Por otra parte, hay gestos sencillos para el tratamiento del dolor que genera la lumbalgia como, por ejemplo:
Evitar el reposo en cama: Exceptuando los primeros días, en los que el dolor puede llegar a impedir el movimiento o hacerlo muy doloroso, no está recomendado hacer reposo en exceso. Incluso, el reposo en cama prolongado ha demostrado ser dañino en varios estudios científicos.
Aplicar calor y/o frío en la zona dolorosa: Conocido como termoterapia superficial, consiste en aplicar calor o frío local con fines terapéuticos. Esto se utiliza para reducir la inflamación y el dolor de la zona afectada. Generalmente, es recomendable hacerlo al menos durante las primeras 48 horas del dolor lumbar agudo.
Ejercicios de fortalecimiento: En la gran mayoría de casos, tras la mejora del dolor se recomienda hacer ejercicios de fortalecimiento en la zona. Uno de los mejores es la natación a crol y/o espalda. Asimismo, otros ejercicios pueden ser de estiramiento, aeróbicos, de flexión y coordinación. Todos ellos deben realizarse con el previo consejo de un profesional.
Masajes: Algunos estudios muestran que la aplicación de masajes -realizados por un terapeuta- disminuye la intensidad del dolor y mejora la capacidad funcional. Esto sucede por la manipulación de tejidos blandos, que facilita la relajación de contracturas musculares.
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